LOS 10 CONSEJOS DE RIGOR PARA SER UN BUEN LÍDER Y NO FRACASAR EN EL INTENTO

Dicen que el ego es el principal enemigo del buen liderazgo porque un líder egocéntrico sólo está pendiente de sí mismo, de sus propios puntos de vista, de sus necesidades personales y toma las decisiones según lo que le conviene más a él y no al grupo.

Todos hemos tenido oportunidad de toparnos con alguien que se cree el centro del mundo, que piensa que los demás estamos para obedecer y, además, disfruta intimidando a quienes se encuentran a su alrededor. Por lo general, se trata de un personaje desagradable y despótico con quien nadie quiere quedarse a solas, pero también puede ser de esas personas que delante de la gente se muestran aparentemente empáticas, cuando en realidad son sencillamente insoportables en su vida personal.

El líder egocéntrico sólo piensa en él mismo, cree que se sabe todas las respuestas y que nunca se equivoca. Su actitud frente a los demás es de superioridad porque considera que nadie está a su altura y las reglas fueron creadas para todos, menos para él. Suele ser rígido y de mente cerrada porque contempla todo desde un solo punto de vista: el suyo. Siendo así, no busca comprender a los demás porque está enfocado exclusivamente en su ascenso y proyección personal. Aunque para esto tenga que pasar por encima de otros.

Para ejercer un buen liderazgo, todos requerimos tener canalizado nuestro ego porque de allí proviene nuestra autoconfianza, nuestra seguridad en la toma de decisiones, nuestra capacidad de resolver problemas (en medio incluso de situaciones apremiantes) y nuestra autovaloración.

En lo que no debemos caer es en la sobrevaloración de nosotros mismos y en eso sí que pienso que debemos ser estrictos. Tan enfermo está quien se subestima a sí mismo como quien subestima a los demás.

Tomando en cuenta todo lo que te he expuesto hasta aquí, te sugiero que en cualquier situación que tengas que ejercer el rol de líder recuerdes lo siguiente:

  1. Antes que tus propios intereses, lo primordial es trabajar por el bien común.
  2. Donde vas tú, van todos. En la unión está la fuerza.
  3. Ni eres rey ni los miembros de tu equipo son tus súbditos.
  4. Eres quien tienes la responsabilidad de mostrar el camino, pero vas avanzando en grupo.
  5. Tu gente es tu fortaleza y ellos confían en ti.
  6. Conocerte a ti mismo te permitirá saber con qué recursos personales cuentas, pero conocer a tu equipo determinará cuán lejos llegarán en manada.
  7. Muchas veces sentirás cansancio, especialmente cuando los objetivos planteados no se estén cumpliendo con la rapidez deseada. En ese caso, date un respiro para descansar pero continúa hasta vencer el obstáculo.
  8. Siempre ponte en los zapatos del otro. Esto generará empatía en tu grupo y fortalecerá los lazos entre ustedes.
  9. Si haces bien tu trabajo, con tu ejemplo despertarás a nuevos líderes.
  10. Siendo un líder con un ego saludable, tendrás la dicha de trabajar con equipos motivados.

Y tú ¿Crees que puedes ser un buen líder? ¿Dónde encuentras la mayor dificultad? Déjame tu comentario y conversemos al respecto, ¡me encantará responderte!

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Para que algo ocurra, hay que estar dispuesto a dar el primer paso.

ERES LÍDER POR NATURALEZA

Si te interesa el tema del liderazgo, seguramente más de una vez te habrás hecho preguntas como ¿Cuáles son las fortalezas de un líder? O ¿Cómo puedo llegar a ser un buen líder?

Para abordar este tema, comenzaré por recordarte que tu capacidad de liderazgo es el conjunto de habilidades con las que cuentas para ejercer influencia en los demás.

Generalmente, el común denominador de la gente que te rodea esperará de ti, como líder, que marques el camino y que resuelvas los problemas que te salgan al paso. Sin embargo, no siempre podrás cumplir esas expectativas.

Tú mejor que nadie sabes todas las cargas que llevas a cuestas y los dolores emocionales por los que pasas cada vez que un sueño se te cae, especialmente cuando te enfrentas al rechazo o a la mezquindad de muchos a tu alrededor.

Conforme adquieres responsabilidades y te expones, más crecen las expectativas y parece más difícil cubrirlas. Ciertamente, este mundo se caracteriza por la inconformidad, y parece que tú fueras ese muro donde la humanidad quiere escribir sus graffitis de quejas y reclamos para saciar su vanidad.

Es un error que pretendas ser perfecto, creer que puedes tener bajo control cualquier situación que surja, o peor aún exigírtelo. Nada más lejos de la realidad. Eso era antes, “en los tiempos de María Castaña” (como diría mi abuelita) que el líder era un personaje heróico del que se esperaba todo y al que le estaban prohibidas las fallas y hasta la más mínima debilidad.

Hoy en día, con la entrada en el siglo XXI y todos los cambios que estamos viviendo, la forma de ejercer el liderazgo se está modificando y está surgiendo un prototipo de líder más humano, más cercano y que nada tiene de inaccesible.

¿Existe ya ese tipo de líder? Bueno, yo pienso que el ejercicio del liderazgo es un área más donde estamos viviendo una transición como sociedad. Si no lo hay ya, muchos nos estamos preparando.

Todos estamos viéndonos en situación de aprender de nuevo para adaptarnos a las exigencias de la era en la que acabamos de ingresar y, precisamente porque la digitalización y el confinamiento durante 2020 nos han obligado a un distanciamiento social, ahora más que nunca cobra valor la empatía y la conexión emocional, para asegurarnos una comunicación efectiva en un entorno que apuesta a la deshumanización. Nos urge un liderazgo humano y los protagonistas de este proceso transformacional somos nosotros mismos.

Si queremos salir triunfantes de esta adaptación a los nuevos tiempos, tenemos que sacar a la luz al líder que llevamos dentro, para dirigir nuestra propia vida y ayudar a otros a dirigir la suya, siempre pensando en el bien común.

Entonces ¿existe ese líder humano o no? Pienso que sí, ese líder es cada uno, desde lo que es, desde lo que ama, desde lo que mejor sabe hacer y desde aquello en lo que se siente unido a los demás.

Ese nuevo líder eres tú, en la medida que te conozcas a ti mismo y, sin juzgarte, te aceptes. Sólo así podrás ver con total nitidez cuáles son esas cualidades de las que puedes echar mano para dar tu aporte en cualquier escenario en el que te desenvuelvas.

Todos somos líderes por naturaleza, sólo tenemos que descubrir en qué ¡Y tú  no eres la excepción!

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